miércoles, 23 de julio de 2008

Vestigios del pasado (segunda parte)

Bueno, escribo ahora la secuela del monólogo de ayer, una secuela que no pretende más que ilustrar como influyó un programa de televisión en la virtud de todos los niños de la época. Retomando el hilo de ayer, Chema no pegaba un palo al agua, y a menudo estuvo intimidado por los masones de la panaeduría (que esos si que le dieron algún palo que otro), con mensajes amenazantes sobre su acción degenerativa para con la profesión tan artesana de panadero, entre estos mensajes se incluían siempre algunos de otro tinte que fueron archivados como “bromas”, donde le decían que era mejor que siguiera de flor en flor en vez de centrarse en Ana, no fuera que le calentaran las “cachas” del culo, a lo que Chema contestaba todo pizpireta… “No van a tener cojones!!!”, de ahí que por el barrio circulase su condición de gayer, al haberle amenazado con un tema tan sagrado como “las cachas del culo” y el hacer caso omiso.

Ana tenía revolucionado a todo el Barrio, el extrarradio y a Alcorcón, y es que todo lo que hacía Ana tenía una intención, no podemos olvidar la letra de sus canciones donde, de forma subliminal, incluía mensajes que hasta que hemos madurado se escapaban a nuestra entera comprensión, sirva de ejemplo “Ana, soy Ana, los niños de este barrio quieren…ya jugar con Ana”, NOS HA JODIO!!!! Los de ese barrio y los de Aquel!!!, si en aquella época, más padres hubieran visto Barrio Sésamo, Ana sería un sex-simbol español de los 80. Pero si hasta cantaba una canción que decía “mojar extender y vuelta a empezar”, y querían que pensásemos que hablaban de pintar, eso no se lo cree nadie. Ana era hippie y así se comportaba.

La peor parte se la llevaba Julián, parecía que no había otro al que putear en el barrio, se lo tenía merecido por trapichear con caramelos y “guterías” caducadas, porque, lo que es vender, no se si vendía algo, debía de vivir de alguna pensión y el kiosco lo tenía por hobby, porque jamás en un capítulo se le vió vender cosa alguna, es más los golfos de los chavales, le hacían mirar para otro lado mientras le sustraían astutamente las golosinas, menudos hijoputas, y los peores los hijos de Antonio y Matilde, esos padres progres que al final montaron una horchatería, en la que tampoco cobraban, ¿¿¿PERO DE QUE COÑO SE VIVÍA EN ESE BARRIO??????, ¿de Favores???, hombre, yo a Ana, e incluso, si me apuras, a Matilde ya le haría uno, pero a ¿¿¿Chema?????, ¿don Pinpon?, ni pensarlo!!!, por el culo ni el pelo de una gamba. Así ha pasado, que los niños de ese barrio crecieron sin saber lo que era el mundo real en general y el mundo de los 80 en particular (que es para haberlo vivido), no he visto década más rara en todos los sentidos. Y acabaron todos como se presumía, no tenéis más que ver a Ruth enseñando la “mata….rile, rile, rile“ en la peli “días contados”.
Pero, y para terminar esta reflexión que me ha llevado varios días, diré que, ninguno hubiéramos sido los mismos sin aquellas canciones, aquellos gestos y aquellas mariconadas de Chema, Espinete y los demás…Os dejo con una canción de espinete que yo, todavía, a menudo retomo y canto y, aconsejo cantar a soto-voce cuando estás en los momentos más íntimos con tu pareja, te acercas al oído y le susurras…. “tengo pinchos en la espalda…. Pero por delante no, para que cuando me abraces… no te pinche el corazón” seguidamente yo siempre añado la estrofilla popular que reza“ de cintura para arriba, no te pincho el corazón, pero si sigues apretando….. te clavas “el morcón”. Un saludo

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