viernes, 18 de julio de 2008

Pongamos remedio, o algo así.

Estimados lectores, además de incluir en estos textos vivencias y experiencias sufridas o no en carnes propias o ajenas, servirá también como escaparate de los desastres que llegarán si no ponemos remedio. A estas alturas del año, ya nos hemos dado cuenta que las temperaturas están variando de forma considerable, el origen de este cambio no está nada claro aunque existen dos teorías con bastantes seguidores cada una, son estas que explico a continuación:.

- La inmigración: No está demás decir que muchos de los problemas se asocian a la inmigración de forma aleatoria, pero esta vez es verdad, la culpa del cambio de temperatura que está sucediendo en nuestro país es por la proliferación de ciudadanos de origen ecuatoriano y/o dominicano. La explicación que ofrece el Instituto de Integración Social de España y Andorra la Bella no deja sombra de duda por su simpleza y datos esclarecedores, responde simplemente a una regla incluida en el saber popular y no escrita en ningún documento (eso no le quita veracidad ninguna). Todos sabemos, y quien tenga familia en el País Vasco lo sabrá mejor que nadie, que cuando los bilbaínos bajan a la meseta cambia el tiempo (normalmente para mal), y si nosotros subimos al norte con un sol que te giñas, cuando llegas allí... comienza el mal tiempo y, por consiguiente, las malas caras. Esto es así y no precisa de explicación ninguna. Si aplicamos una regla de tres simple o la cuenta de la vieja (para los de Opening), nos damos cuenta que… tantos ecuatorianos no pueden estar aquí sin generar un cambio climático, como poco.

- El otro factor, y menos creíble, es el que se encargó Rupper y Llongueras de hacer circular cuando les subieron el precio de la laca de gas y, aprovecharon para promocionar sus marcas de laca en vaporizador, diciendo, sin ningún pudor, que todo aquello que tiene gas jode la capa de ozono. Lo que no sabían estos confabuladores es que el deporte nacional de este país son los concursos de “ventosidades”, entre otros de menor valía cultural. Algo que no se va a dejar de hacer por mucho que Jesucristo mismo bajara y/o su madre se apareciera en el Escorial a través de su interlocutora Amparo. Pero si hasta en Madrid tenemos una estación de metro y cercanías que se llama “Cuatro Vientos”.
Yo, aunque poca gente lo sepa, en un tiempo tuve vocación de periodista, y, además, periodista de papel “cuche” o papel “de culo” como dice Ortega Cano. Hoy, aunque esta vocación esté frustrada, todavía queda en mi parte de esa ética periodística que me induce a realizar estas investigaciones.. Bueno, pues en este blog voy a hacer público uno de mis trabajos, un comentario sintáctico-morfológico de una noticia leída en un diario local… “LA ESTACIÓN DE CUATRO VIENTOS estuvo a punto de llamarse “4 jinetes”, no sé bien si por la ilustración de Doré o por la película de Vincen Minelli (con un extraordinario Glen Ford en el papel estelar, por cierto). Mis investigaciones me llevaron a conseguir una historia fascinante del localmente conocido Tomás Reñones, estudioso de las leyendas urbanas de Alcorcón y aledaños. Según cuenta Tomás esta noticia, aunque tiene signos de veracidad, no tiene nada que ver con la verdadera historia del nombre de la tan ilustre estación de Cercanías y metro. El caso es que, siempre según Tomás Reñones, los licenciados e ingenieros de caminos que habían acometido el proyecto, después de una opípara comida a pié de vía, acordaron de mutuo acuerdo, no sin excluir a alguno de los comensales que eran repetidores de COU (por vagos y maleantes), en obsequiar al auditorio con una demostración de ostentosas ventosidades y/o cuescos (como diría Don Camilo), Tal fue la magnitud del evento y tales fueron las cualidades ejecutorias, de uno de los cuatro participantes oficiales, que bien podrían haber llamado a la estación: “Domingo Siguenza”, por el amplio dominio de la técnica y el virtuosismo que demostró en su turno de extirpación de los gases nobles corporales este noble ingeniero de Caminos de España y Portugal, hasta tal punto que, cuentan las malas lenguas, tuvo que ser trasladado al finalizar el magno evento a la casa de socorro de Aluche por un desgarro fibrilar que supuso varios puntos de sutura con seda y alguno más de aproximación. Estas mismas malas lenguas (que para que no haya duda son las 2 vecinas de abajo de mi bloque, bueno…. del mío no, son las vecinas de abajo del señor Tomás Reñones), son las que se siguen cebando con el podre ingeniero de caminos (en la especialidad del de “Santiago”, ruta que realizó más de 3 veces) diciendo que aquellos puntos, tan bien colocados, se saltaron a los 2 días por otra demostración popular, en una gesta parecida a la que nos cuenta nuestro historiador de Alcorcón. Así que, viendo el desarrollo de los acontecimientos y la importancia de estas demostraciones populares, se decidió llamar a la estación “De los cuatro vientos”, algún ilustrado decía que incluir ventosidad en la denominación de la estación en vez de viento era una “cacofonía” y una guarrada, por muy de la zona sur que fuera la parada de tren.

Cada cual que saque las conclusiones procedentes, y se admiten sugerencias para luchar contra el calentamiento global.

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